miércoles, 2 de enero de 2013

La acumulación de DVD viejos y el entretenimiento en línea

Andaba buscando unas cosas en casa cuando me encontré con un espacio en el que tengo guardados DVDs y VCDs (recuerdan ese formato de video comprimido, que cabía en un CD-ROM, ¿cierto?), y me sirvió para valorar los sistemas contemporáneos para ver películas.

Ya se trate de las cintas descargadas al disco duro, como las que se compra en iTunes Store; o las que se obtiene por medios alternativos cuya validez y legalidad no entraré a discutir; y, en particular, los proveedores de entretenimiento vía flujos sobre la red. Si algo tienen de grandioso todos estos servicios es el que privan a los usuarios de los inconvenientes de a compra de películas en soportes físicos.

Aunque ya había significado un avance en cuanto a la economía del espacio el uso de discos en lugar de las cintas de video, y aún cuando existía la posibilidad de rentar en establecimientos como Blockbuster, los hábitos de consumo de más de uno (entre quienes me incluyo) ocasionaban un aumento a veces desmesurado de la videoteca personal.

A mí lo que me impresiona es que tengo un buen volumen de materiales audiovisuales y ni siquiera me considero tan voraz en lo de ver televisión, al menos en lo que se refiere a materiales comprados. Es una buena cantidad de kilos y centímetros cúbicos de cintas que inclusive no recuerdo haber visto. Va quedando un rastro del consumo de entretenimiento abundante.

Será por eso que estoy tan a gusto con Netflix. Sirve a su propósito, permite ratos amenos ante la pantalla y no se van agregando más piezas de plástico, cartón y celofán a una colección de incrementos a veces alarmantes.

 

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