jueves, 11 de octubre de 2012

AOL

Hace mucho que no pensaba en AOL. Esa compañía, antes conocida como America OnLine y de la que sólo queda el acrónimo, era en otras épocas la primera referencia que se tenía del acceso a internet. En EEUU llegó a tener millones de suscriptores, tuvo cierta presencia en México y varios errores después ha caído en un olvido casi absoluto. Vamos, que era un nombre corriente en aquellos lejanos años noventa, de la misma manera que los son ahora Google o Facebook.

No es de muy grata memoria para muchos este servicio. No se brindaba a través de éste un acceso directo a la red, sino que el usuario al acceder a una interfaz especial entraba a una red propia de aquella empresa, con contenidos propios en los que se esperaba los internautas podrían encontrar ahí la información y el entretenimiento suficiente para ignorar el resto de la data en línea. Era como un club campestre virtual. En una época donde lo interesante estaba en otras partes, el proyecto aquel terminó por ser una mala idea que, por otra parte, planteó características usadas en redes sociales como Facebook, donde se puede chatear, conocer gente, leer las noticias o ver videos musicales sin salir de esa página propiamente.

O, y está el asunto del spam. Vaya recuerdo aquel, pleno de discos compactos que se encontraba en el correo ordinario, en las revistas especializadas, y si mal no recuerdo, eran regalados en las cajas de las tiendas de autoservicio en caso de que el cliente así lo solicitara. Al ejecutarse dicho CD en la computadora (corriendo Windows, por supuesto) se iniciaba un período de prueba de 30 días gratis cuya activación obligaba a llenar un formulario en el que se pedía obligatoriamente un número de tarjeta de crédito. No había problema alguno al usar ese servicio pero, en caso de que no se deseara seguir pagando, se debía cancelar la suscripción antes de que se cumpliera el plazo de un mes porque de no ser así el usuario ya quedaba enganchado y comenzaban a correr las mensualidades, cargadas automáticamente a la tarjeta del usuario. Y la cancelación, según tengo entendido, podía ser problemática.

Al día de hoy, AOL.com es un portal de noticias con cierta inclinación a las notas de la prensa rosa y las trivialidades. Ya no quedan rastros de aquel ISP con tal poder que en otros años atrajo como inversionista a la corporación Time-Warner, o que era propietario del navegador Netscape.

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